MICRORELATO #1

 

 

Micro Relato #1



Dedicado a Fernando Quiroz, ganador de la dinámica de MicroRelato.

 ***

Desde que tengo memoria todos los fines de semana me quedaba a dormir en la casa de mi abuela paterna. Me gustaba ir porque allí nos juntábamos todos los primos de mi edad y nos poníamos a jugar hasta la madrugada.  

Aquél sábado, sin embargo, cayó una fuerte tormenta que no se quitó hasta muy noche, por eso ni mamá ni mi hermano universitario pudieron llevarme a casa y me tuve que quedar allí, entristecido y aburrido. Encima a papá, que era el que solía jugar conmigo a la pelota, le había tocado salir al norte del país a dejar un cargamento en el tráiler, como lo hacía cada quince días, por lo que mi aburrimiento sería total.

Lo peor vino cuando se fue la luz y ni siquiera pude jugar en la consola, así que me tuve que resignar a que tendría el sábado más aburrido de la historia.  

Mamá, que era una cuarentona muy guapa, bajita pero muy nalgona, se dispuso a colocar varias velas en la mesa. Pronto nos sirvió la cena a mi hermano y a mí más temprano de lo habitual «mejor nos dormimos ya, mis amores, porque sin luz no hay mucho que hacer» dijo ella atusándose su rubia cabellera y mirándome con una sonrisa maternal. «Como tú digas, madre» contestó mi hermano mayor.   

Al poco rato él se fue a su cuarto, mamá al suyo, que estaba en el fondo de la casa, y yo al mío, que estaba frente al de mi hermano. Y como no había nada que hacer, me quedé dormido más pronto de lo esperado.

Sería un poco más de la medianoche cuando me despertó el tronido de un rayo que estremeció toda la casa. No es que fuera un miedoso, pero ya no pude conciliar el sueño desde entonces. La lluvia había arreciado otra vez y aunque no tenía ventanas en mi cuarto, podía escuchar las venticas terroríficas con bastante nitidez.

Cuando aminoró un poco me levanté al baño en común que estaba en el pasillo, antes del cuarto de mis padres. Me puse unas chanclas, me envolví en una manta y salí sin hacer ruido para no despertar a nadie.

Estaba orinando entre la oscuridad cuando oí un gemido muy agudo que me estremeció. Fue como un lamento alargado que provino del cuarto de mis padres. Respiré muy hondo, algo asustado, y ni siquiera le bajé al baño cuando escuché nuevamente ese pujido tan escalofriante que me heló todos los huesos.

Salí del baño y arrastré mis pies hasta la habitación matrimonial, pensando que tal vez mamá tendría alguna pesadilla. Al acercarme a la puerta me di cuenta de que estaba entreabierta, y como en ese cuarto sí había un gran ventanal, se veía desde afuera la luz intensa de los relámpagos cada vez que tronaban en el cielo.  

«¡Aaaahhh!» lloraba mamá, y yo empujé la puerta lentamente, asustado, para saber qué le pasaba.

Los prolongados relámpagos del exterior iluminaban el cuarto de mis padres por momentos muy largos, y en uno de esos aclaramientos vi finalmente que mi madre estaba de espaldas, completamente desnuda, con su cabello rubio y despeinado cayéndole hasta la mitad de su cuerpo.

«¡Aaaahhh!» «¡Aaaahhh!» gemía ella, y sus nalgas enormes botaban sobre algo que al impacto producía el sonido de un aplauso mojado. «¡Aaaahhh!» «¡Aaaahhh!» Ella subía y bajaba y sus nalgas volvían a botar.

En el siguiente relámpago constaté que mamá estaba sentada a horcajadas sobre un gran bulto alargado, y me bastó apenas otro relámpago para advertir que ese bulto era un hombre casi de su tez de piel. Un hombre que no era papá, porque él estaba de viaje, y entonces me horroricé. ¿Qué hacía mi abnegada y respetada madre desnuda sobre ese hombre que no era papá? Vi los largos pies masculinos y la forma en que doblaba los dedos hacia adentro cada vez que mamá subía y luego azotaba su gordo culo sobre sus muslos.

—Apriétame las tetas, mi amor, apriétaselas a mami…— dijo ella en un momento dado.

Y cuando le oí la palabra «mami» el corazón casi se me sale del pecho al descubrir que, tras un nuevo relámpago que alumbró con potencia el interior del cuarto de mis padres, mi hermano mayor era el hombre que usurpaba el lugar de papá. Él estaba debajo de nuestra madre, acostado, con los ojos en blanco. Apretaba con sus manos las inmensas caderas de mamá para luego apoderarse de sus generosas tetas, que bailaban obscenamente sobre su pecho.

—Mamá —dijo de pronto mi hermano mayor.

—¿Qué pasa, mi vida…? ¡Sólo sigue cogiendo a mami… que me estoy casi viniendo! ¡Aaaah!

—Mamá… —insistió con horror.

—¿Qué pasa, mi amor…?

—Mi hermano nos está viendo.

Cuando los rostros de mi madre y de mi hermano mayor se posaron en mi rostro, (ella todavía clavada sobre la verga de mi hermano) sentí que mi mundo cambiaba de dimensión.  

FIN.

 

Palabras Clave: madre, hijo, hermano, infiel, voyeur.

 _________

NOTA: Este Micro Relato me salió más largo de lo que tendría que ser un verdadero Micro Relato. No todos serán así de extensos. Por algo son Micro Relatos. 

Dos preguntas para ti:

1. ¿Cómo titularías este Micro Relato?

2. ¿Creen que podría haber una segunda parte?

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Comentarios

  1. Muy bueno, por favor continualo, espero el prota pueda ser quien se coja a la madre

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  2. La verdad quedó muy bueno y merece una continuación

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  3. Si merece una continuación

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  4. Muy bueno! Merece continuación!

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